FOMENTAR CUALIDADES, CAMINO SEGURO HACIA EL ÉXITO
Normalmente multiplicamos aquello a lo que prestamos atención, aunque sea con el propósito de corregirlo.
FOMENTAR CUALIDADES, CONDICIÓN DE EFICACIA
Como ya he comentado, y pese a que al reflexionar sobre ello a menudo nos puede llegar a parecer obvio, resulta difícil convencerse operativamente, en la educación de nuestros hijos y en el trato con nuestro cónyuge, de que fomentar cualidades es siempre mucho más rentable que corregir defectos.
Y más todavía —añado ahora— de que lo mejor que puede hacerse con los defectos es ¡ignorarlos!
¿IGNORAR LOS DEFECTOS?
¿Qué es eso de ignorar los defectos de las personas a las que amo? ¿Cómo voy a ayudarles a vencerlos si no los saco a la luz? ¿No significa más bien desentenderse de ellas, no quererlas de veras?
No. Significa empeñarse en prestar atención a lo mejor de cada uno, en fomentar cualidades, que es lo auténticamente eficaz. Lo mejor que puede hacerse con los defectos es ¡ignorarlos!, ¡no prestarles la menor atención!
COMPROBACIÓN EXPERIMENTAL
- ¿CORREGIR DEFECTOS O FOMENTAR CUALIDADES?: PRIMER EXPERIMENTO
Para los más recalcitrantes, me limito a transcribir, literalmente, la primera parte del experimento que recoge Elisabeth Lukas (en Equilibrio y curación a través de la logoterapia. Barcelona: Paidós, 2004, pp. 55-57).
Estas son sus palabras:
«La elección de a qué prestamos preferentemente nuestra atención es un acto del que dependen muchas cosas, tal como se demuestra en el pequeño experimento de la psicología conductista que presentamos a continuación:
COMIENZA EL EXPERIMENTO
“Eran las 9:20 de la mañana en una clase de niños de enseñanza primaria; cuarenta y ocho alumnos y dos profesores. El aula disponía de dos espacios con una pared corredera en medio. Las mesas estaban distribuidas en seis grupos de ocho niños cada uno. Los alumnos habían recibido unos deberes, que debían realizar en su sitio, mientras los dos profesores, jóvenes y capacitados, enseñaban a leer por separado en grupos reducidos.
Los observadores entraban en el aula, se sentaban y, durante los veinte minutos siguientes, iban anotando, a intervalos de diez segundos, el número de niños que no estaban en su sitio. El estudio se prolongó durante seis días. Los observadores también anotaban la frecuencia con que los profesores pedían a los niños que se sentaran o que volvieran a su sitio.
Durante estos primeros seis días, se registraron tres niños alejados de su silla cada diez segundos, mientras que los profesores dijeron ‘sentados’ unas siete veces durante los veinte minutos de observación.
Siete advertencias, tres infracciones.
CAMBIO DE RUMBO
Entonces ocurrió algo sorprendente.
- Se pidió a los profesores que dijeran ‘sentaos’ a los niños con más frecuencia.
- Durante los doce días siguientes, los maestros dijeron 27,5 veces ‘sen<taos’ en cada intervalo de veinte minutos, y hubo más niños levantados (una media de 4,5 cada diez segundos).
Veintisiete advertencias «y media», cuatro infracciones «y media».
NUEVO CAMBIO DE SENTIDO
Hicimos otra prueba.
- Durante los ocho días siguientes, los profesores volvieron a decir solo 7 veces ‘sentaos’ en los veinte minutos [fomentar cualidades].
- La cantidad de alumnos que abandonaron su silla volvió a la media de tres cada diez segundos.
Siete advertencias, tres infracciones.
UNA NUEVA INVERSIÓN DE RUTA
- Entonces, volvimos a pedir a los profesores que dijeran ‘sentaos’ más a menudo (28 veces en veinte minutos).
- Los niños volvieron a levantarse otra vez con más frecuencia, 4 veces cada diez segundos.
Veintiocho advertencias, cuatro infracciones.
COMPROBACIÓN DEFINITIVA: LA EFICACIA DE FOMENTAR CUALIDADES
- Finalmente, pedimos a los profesores que se abstuvieran completamente de decir ‘sentaos’ [¡fomentar cualidades!] y, en su lugar, elogiaran el hecho de trabajar y quedarse sentado.
- Lo hicieron bien, y menos de dos niños se levantaron cada diez segundos (la cifra más baja de todas las observaciones).”
Ninguna advertencia (sólo elogios), solo dos infracciones (el menor número
en absoluto).
Más correcciones-advertencias, más infracciones. Menos correcciones-advertencias, menos infracciones. Elogios justificados, ¡la mejor conducta!
¿CORREGIR DEFECTOS O FOMENTAR CUALIDADES?: SEGUNDO EXPERIMENTO
No contentos con esta primera comprobación experimental, los autores de la prueba quisieron reforzar. De nuevo lo cuenta Lukas, cuyas palabras transcribo también de manera literal:
DESARROLLO EL REFUERZO DE LO NEGATIVO
«Veamos cuánto se puede reforzar lo negativo si solo nos fijamos en ello:
“En un experimento, transformamos una clase ‘buena’ en una clase ‘mala’ por unas semanas. Sugerimos al profesor que no elogiara más a sus alumnos [no fomentar cualidades]. Cuando dejó de elogiarlos, la conducta perturbadora no deseada aumentó de un 8,7% a un 25,5%. El profesor reprobó el mal comportamiento y se abstuvo de elogiar [fomentar cualidades] la conducta de los niños que estaban haciendo sus deberes.
Cuando pedimos al profesor que, en lugar de 5 veces en veinte minutos, reprobara a sus alumnos 16 veces en veinte minutos, la conducta perturbadora aumentó todavía más. Subió hasta una media de 31,2% y se mantuvo durante unos días por encima del 50%.
La mala conducta aún se acentuó más por la atención que se le prestaba a la misma.
LA EFICACIA DEL ELOGIO
Cuando los niños volvieron a ser elogiados [fomentar cualidades], retornó la predisposición al trabajo.”
El exceso de advertencias y correcciones transforma un comportamiento positivo
en otro reprobable.
MORALEJA
El experimento muestra cómo una conducta perturbadora no deseada de un grupo de niños puede aumentar, en pocas semanas, de un 8,7% a la alarmante cifra de 50%.
¡Y solo con la atención que se presta a esta conducta!»
Una conducta perturbadora aumenta por el solo hecho de prestarle atención.
ENSEÑANZA: LA “TRAMPA” DE LA CRÍTICA
LA CRÍTICA SE REALIMENTA, MULTIPLICANDO EL MAL COMPORTAMIENTO
Lo que quedó comprobado en estos experimentos fue la llamada “trampa de la crítica”, es decir, que, en la mayoría de los casos, lo que hace la crítica reforzada es provocar realmente la conducta que se critica.
Y como la conducta perturbadora que se crítica se ve reforzada, entonces se crítica más todavía, y esta crítica vuelve a reforzar la conducta, a no ser que se reduzca la crítica a pesar de la conducta perturbadora repetida y se dirija la atención hacia lo positivo [fomentar cualidades], lo cual, en la vida real, fuera de un marco experimental, no resulta fácil.
FOMENTAR CUALIDADES… ¡EL TRIUNFO DEFINITIVO!
A ello se añade el agravante de que la crítica obtiene a menudo un éxito a corto plazo, que hace olvidar el mecanismo fundamental de la trampa.
Así, el ‘sentaos’ de los profesores en el día a día escolar antes citado hace que los niños se sienten momentáneamente, aunque después se vuelve a levantar con una frecuencia todavía mayor, y aquel sentarse momentáneo puede crear la ilusión de que la crítica era correcta y oportuna.
Sin embargo, su efecto final es el contrario, porque obliga a los profesores a fijarse en lo negativo y no en lo positivo, y porque aquello en lo que nos fijamos mentalmente siempre experimenta un refuerzo».
La “trampa de la crítica”: en la mayoría de los casos, la crítica reiterada provoca más y más la conducta que se critica.
CONCLUSIÓN
Frente a lo que a menudo se opina, está absolutamente comprobado que fomentar cualidades es mucho más eficaz que intentar eliminar defectos.
Tomás Melendo
Presidente de Edufamilia